Resumen: A medida que se van conquistando tierras a los musulmanes, no queda otro remedio que repartirlas entre los estamentos que habían intervenido en la contienda de forma directa o indirecta. Los repartimientos se llevan a cabo con formalidades registrales para dar fe de las tierras entregadas a sus nuevos dueños. Pero muy poca información se dice de la manera cómo se medían las tierras. No conviene olvidar el estado de la ciencia y de la tecnología en aquel entonces que no podía permitir tener unos instrumentos de medida muy precisos. Por otra parte, poco sabemos de la preparación académica de los medidores que nombra el poder para los repartimientos. Si la medida más usual es el estadal, este es variable en el tiempo y espacio. Pero la medida de la tierra no solo observa este criterio convencional, sino que también contempla criterios funcionales como la transformación de la tahúlla superficial en alfabas productivas o valorativas. Otro tanto cabe decir de la aranzada de tierra y la aranzada sana. Son enigmas metrológicos a la postre.
Palabras clave: agrimensura, medidor, estadal, aranzada, fanega
Abstract: As Muslim lands are being conquered, there is no other choice than to divide them among the estates that had intervened in the contest directly or indirectly. The distributions are carried out with registration formalities to attest to the lands given to their new owners. But very little information is told in the way the lands were measured. It is not necessary to forget the state of the art and technology at that time that could not afford to have very accuracy measuring instruments. On the other hand, we don´t know to many about the academic qualification of the metrologists that are designated by the authoroty for the distributions. If the most usual measure is the estadal , this is variable in time and space. But the measurement of the land is not only subjected to this conventional criterion, but also it contemplates functional criteria like the transformation of the tahulla of surface in productive or value alphabas. The same can be said about the aranzada of land and the aranzana sana. They are metrological enigmas in the end.
Keywords: surveying, metrologist, estadal, aranzada, fanega
1. Planteamientos previos.
La mayor parte de la información presentada en este trabajo se circunscribe a la llamada “Repoblación” y “Repartimiento” de tierras ocupadas a los “musulmanes” y que se reparten, con precisas-imprecisas formalidades registrales, entre los nuevos propietarios “cristianos”, si bien es cierto que no pocas veces las abandonan y se hace necesario un nuevo reparto o revisión catastral. La adjudicación de tierras con su medición y amojonamiento (apeo y deslinde) proporciona la información más valiosa, si bien es esta muy escasa, para saber de asuntos metrológicos.
Somos conscientes de la dificultad de este trabajo y es por ello por lo que se presenta como “meros apuntes” que sirvan, al menos, para “rozar” las duras tierras de la metrología medieval dadas en yugadas, aranzadas, obradas, etc. y también para meter, en esa roca granítica que hace de mojón, las cuñas de madera, que al ser regadas un día y otro, permitan a los estudiosos el ver lo que contenía su interior. Como quiera que en la Edad Media – y aún después – las cosas se daban por sabidas, no se veía la necesidad de dar más explicaciones de estos como de otros asuntos. Tal ausencia de información hace que el investigador no pueda llegar muy lejos en sus pesquisas. Esperemos que el lector pueda tomar, al menos, algunos apuntes.
Se dispone de un corpus metrológico tradicional o anterior al Sistema Métrico Decimal (en adelante (SMD) que se ha ido formando a lo largo de diez años de estudio y ordenado como un diccionario histórico. A fecha de hoy está sin terminar ya que seguimos recogiendo más datos. El hecho de disponer de más de 600 autoridades o cédulas de la palabra fanega, a lo largo del tiempo y en sus diversas acepciones, puede dar una idea del voluminoso corpus. Las fuentes son, fundamentalmente, documentos medievales y, en menor medida, de los siglos XVI al XVIII y sin olvidar la puntual y enjundiosa información que se desprende de la pregunta novena del Catastro Ensenada (en adelante, C. Ensenada), de mediados del siglo XVIII. El corpus recoge, pues, citas de las diferentes unidades de medida usadas en toda España desde los primeros documentos castellanos, catalanes y gallegos, no nos debe extrañar que en los siglos XII y principios del XIII nos topemos con textos escritos en latín. Sin embargo, el quefanega aparezca latinizado bajo “fanecam” o moyo como “modium” nos habla ya del empleo de una unidad de medida árabe y latina, respectivamente. Así pues, se tiene a la mano una sucinta historia de la metrología en España. En este sentido, recomendamos al lector consulte nuestra publicación, “El libro de los pesos y medidas”, [1, año 2015].
Desgraciadamente no conocemos un manual de agrimensura en la España medieval. Sin embargo, son excelentes tratados de topografía los dos manuscritos redactados por el célebre geómetra provenzal Bertrand Boysset (1355-1416). El que pudiera considerarse como el primer manual de agrimensura en España data del año 1593: “Estatutos y ordinaciones acerca de las lites y diferencia que se pueden,,, montes y huertas de la ciudad de Zaragoza”. En el siglo XVII y especialmente en el XVIII ya hay tratados de agrimensura muy rigurosos.
Las unidades de medida en el presente trabajo se ponen siempre en letra cursiva. La bibliografía se presenta por números consecutivos dentro del paréntesis y tras el número aparece año con la data exacta: [1, año 2015]; [4, año 1267].
2. La medida es muy conservadora
Pero antes de proseguir se hace necesario advertir al lector de ciertos asuntos de la metrología tradicional. Un universal metrológico viene a sostener que la medida en general es y ha sido muy conservadora, en el sentido de que quien ya domina un sistema de unidades de medida, no desea otro. La metrología, metafóricamente hablando, se asienta en el cerebro poco a poco y de ahí esa resistencia a cambiar. Prueba de ello es que cuando se va a implantar el SMD, se cantaba en la ciudad de Madrid:
que nos quieren imponer
es un sistema animal
que no vamos a entender,
Deca, diez,
hecto, cien,
kilo, mil,
miria, diez mil.
Ni yo entiendo este Belén,
ni se ha hecho para mi.
La implantación del SMD se debió al avance de la ciencia, hermanada con la tecnología, que detestaba las unidades de medida basadas en criterios funcionales y por lo tanto poco objetivos o científicos, y junto a esto, se añadía la necesidad del Poder de unificarlas con el fin de recabar más impuestos al tiempo de tratar de ser ecuánime en su aplicación. El campesino no necesitaba realmente estos cambios como tampoco el comerciante, el albañil, el cantero y prueba de ello es que en la España del siglo XXI se siguen utilizando las unidades de medida de tiempos pasados. Veamos. Todavía se siguen pesando los lechones de raza ibérica por libras de 460 gramos. El corcho de los alcornoques en quintales de 4 arrobas de 11,500 kilos y esta unidad de peso y capacidad, la arroba, está aún en boca de naranjeros y cosecheros de vino. Un carro (de tierra) y un día de bueyes son en 2017 unidades superficiales de Asturias y Cantabria respectivamente. Carro y día de bueyes han surgido a partir de criterios funcionales, no convencionales. Estos son unos cuantos ejemplos de los muchos que se podrían aducir.
3. La medida de la tierra de cereal a partir del criterio de la sembradura.
Otro universal metrológico sostiene que las tierras cultivables se han medido en todas las culturas por criterios prácticos o funcionales. ¡Y esta forma de medir la tierra agrícola ha llegado a nuestros días! La medida de la tierra agrícola no podía ser algo abstracto o convencional, sino algo motivado por una rentabilidad. Cualquier tierra cultivada rentaba unas veces más y otras menos y esto era lo que contaba. El que midiera 5000 varas cuadradas le traía sin cuidado al campesino. Era un dato superfluo. Además, la superficie variaba si esparcía más o menos grano y si la calidad de la tierra era otra… Y así, ante una tierra muy fértil, no merecía la pena sembrar tres celemines de centeno, simiente que se podía destinar a tierras malas y poco barbechadas…. Por eso la fanega superficial de centeno medida por la sembradura era mayor que la de cebada, y esta semilla la más rentable en cuanto a producción se refiere. Por otra parte, el campesino no podía calcular que su parcela medía 5000 varas cuadradas, al no saber leer y ni escribir.
¿Qué nombre se les ha asignado a las superficies originadas por la sembradura? El mismo que tenía la medida-envase usada para calcular en grano sembrado: fanega, celemín, cadae, hemina, almud, barchilla, tega, ferrado, cuartal, etc…
En el C. Ensenada se puede comprobar cómo en muchos pueblos de España se desconocía la medida de la tierra derivada de aplicar el lado al cuadrado. Leamos lo que responden al preguntarles por la unidad de medida que se emplea en la localidad. En Quintanilla de Yuso (León) responden:
“Que no entienden el modo de medir por ynstrumento alguno ni saven de quántos pasos varas castellanas se compone en quadro cada quartal de tierra y solo por la esperiencia conocen la estensión que necesita para sembrarse de centeno, el qual admite dos quartales de linaza, ambas semillas que se cojen en el término”.
En Caudete (Albacete) tampoco la miden geométricamente:
“Que en este lugar nunca ha havido medición de tierras por cuerda ni han usado de ella sino es por pasos castellanos quando han ocurrido algunas ventas, particiones de vienes, teniendo atención a la calidad y sustancia del terreno y en esta forma los tasadores que se nombran de conformidad de partes reconocen la tierra y por pasos miden y sacan los que son necesarios para sembrar seis celemines de trigo de puño al Pote de Avila, cuyos seis celemines componen un almud que así se denomina en este país.
En los repartimientos se alude reiteradamente a superficies dadas en sembradura, pese a que se supone que la han debido de medir geométricamente. En el título de propiedad que se entregaba al repoblador, bien podía decir que esa finca al Sitio de la Laguna medía 2 fanegas de tierra, pero una vez que las sembró por primera vez, lo podía olvidar ya que había derramado sobre esa finca 25 celemines de semilla de trigo y a partir de entonces diría consecuentemente, “que su tierra al Sitio de la Laguna hacía 25 celemines en sembradura de trigo”. Leamos unos ejemplos de tierras medidas por la sembradura en los repartimientos:
“Dos haçuelas qur heran del negro de Bohorz en Xibares que caben hasta un cadae de senbradura”. /// “que ay en todas tres haças seys fanegas de sembradura” /// “Un haça de tres almudes de senbradura que hera de Bavdili cabe el río”, [2, año 1487-96]. Lo mismo sucede en Gúevéjar (Granada) un siglo después:
“Tiene más arriba, junto y linde con lo susodicho, vn pedaço de tierra eriazo que se le dio para uiña de hasta vna fanega de senbradura, poco más o menos”, [3, año1571].
Repárese en que se apostilla la superficie con “poco más o menos”. El historiador debe tener presente si se trata de una unidad de medida de tierra o geométrica (fanega de tierra) o si se habla de fanega de sembradura o de puño y en este preciso caso, la superficie la otorga la diseminación del grano por todo el barbecho. La sembradura creaba infinidad de superficies que difieren en el tiempo y en cada lugar. La casuística es a este respecto inagotable. Por razones fiscales – y también científicas – se impone por la Ley de 1801, la última reforma de medidas anterior al SMD, una sola medida de la tierra de labor que se llamaráfanega y contendrá 576 estadales de 4 varas de Burgos.
4. La medida de la tierra de cereal a partir del trabajo (ya sea el del hombre o del animal) y del salario
Los criterios que se circunscriben a dicha actividad son los siguientes:
4.1. La tierra de cereal se ha medido por la tarea del animal, especialmente la de los bueyes que aran la tierra en una unidad de tiempo, un día o jornada laboral.
Las medidas superficiales a que ha dado lugar a partir de este criterio son: yugada, yunta de bueyes, yugo de bueyes,día de bueyes, par (de animales).La más usual ha sido sin duda alguna en la edad media yugada. Del siglo XIII son estos ejemplos:
“Heredamientos pora tres yuntas de bueyes, e casas; en Casasola, del dicho término de Olmedo, dos yugadas de heredamiento con sus bueyes, […] en el Aldehuela, çerca Olmedo, heredamiento de dos yuntas de bueyes”, [4, año 1296].
4.2.La tierra de cereal se ha medido por el trabajo o tarea de un día en arar la tierra.
Se entiende que es un animal, pero el nombre de la medida no alude a él. Las denominaciones que hemos encontrado en nuestro corpus son: besana de tierra, día de aradura, días de labor, huebra, obrada, yunta.Las medidas superficiales obrada y huebra parten de la misma raíz latina “opera” y su significado ‘obra’, ‘trabajo’. Desde muy pronto adquieren el significado de ‘el trabajo de un día de arada’. Leamos ejemplos huebra como medidas superficiales:
“Otra tierra en el Mochuelo con un cancho que está so el camino real, en que ay dos huebras con lo que le pertensçe de sus salidas […] Otra tierra entre amos Vallejuelos, en que ay una huebra”, [5, año
1401-1500]. No deja de ser interesante la medida yunta y día de labor: recogida en el repartimiento de Vélez Málaga:
“Está vna viña tomada en el dicho Yznater, que dio y avía dado a Gonzalo Catalán, y después tomó la mitad dos días e medio de lavor de vna yunta”. [….]. /// “E asymismo le dio otro pedaço de tierra para arar quatro yuntas para poner majuelo a medias”, [6, año 1486).
Repárese que en todo repartimiento hay una medida de tierra oficial expresada en yugadas,caballeríasy estas de x número de fanegas generalmente, pero en este caso se mide por un criterio muy subjetivo: la tierra que ara una yunta. Esto viene a demostrar lo acendrado que estaba en la mente del campesino estas medidas funcionales frente a las geométricas que utiliza el Rey en la repoblación.
4.3. La tierra de cereal se ha medido por la ración o salario que cobra un hombre en trabajar la tierra – se supone que con una yunta – en las actividades que requiere como arar, sembrar, allanar la tierra, etc.
Las medidas que hemos encontrado en nuestro corpus son: jornal, jornal de labra, dieta y yera. Resulta singular la voz leonesa yera que deriva de la voz latina diaria ‘la ración de comida de un día; salario’ y equivale a una superficie indeterminada:“Otra tierra carrera trauiessa en que a dos yeras, fronteras tierra que fue de García Cano e tierra que fue de Françisco Cano”,[7, año 1307].
Cabe reseñar que esta medida superficial se recoge en la respuesta novena del C. Ensenada bajo las formas yera y gera en pueblos de Zamora y Salamanca. Su presencia se deja sentir hoy en día en Salamanca bajo expresiones tales como: ¡Quégera tengo para hoy!, en las que gera es ‘tarea’, ‘trabajo’.
5. La medida de la tierra de cereal a partir de criterios supuestamente valorativos: La alfaba y la aranzada y marjal de sano
En los repartos de tierras en Murcia es usual que las tahúllas superficiales repartidas entre los nuevos colonos se transformen reduciendo su número a alfabas. Dicha medida es la palabra árabe habba cuyo significado es medida de longitud y, consecuentemente, de superficie y también grano [8]. Siempre se produce una reducción numérica aleatoria a nuestros ojos que solo sabían los antiguos colonos musulmanes y son quienes llevaban a cabo tales tasaciones. Se ha dicho que laalfaba sería el valor productivo en función de la calidad de la tierra, la proximidad o lejanía con respecto a un lugar, el factor de riego-agua, la imposición fiscal. No sé sabe con certeza que pueda ser:
“Et en este heredamiento que cayió el Eleyto a trezientas et diez taffullas que se dan por cient et cinquenta alffabas”. /// [60]: “Et en este heredamiento que cayió al Cabillo a trezientas et quareynta taffullas, que se dan por cient et cinquenta alffabas”, [9, año 1275]. Y junto a lo misterioso de la medida, las subdivisiones que aparecen en la siguiente cita:
“Por fazer bien et merçed a Abrahem et a Hamet et a Mahomat, míos orebzes, do los el real de Almohaçin, en que a vii alffabas, et el de Albiari, en que a ii alffabas et terçia, et el de Aben Yzmel, en que a ix alffabas menos terçia, que son por todas xvii alffabas. /// [LX, p. 84]: Damos a uos don Vguete d´Anglerola çien alffabas de heredat en la huerta de Murçia en la partida de los moros que diçen Aljouff, en esta guisa: La heredat de Huarazad Abrahem Alhagem v alffabas et iii ochauas et quarta et ochaua de ochaua de ochaua. En la heredat de Aly Aben Calch Alhauanelly i alffaba et vii ochauas et tres ochauas dochaua et quarta ochaua dochaua dochaua”, [10, año 1272].
Junto a la alfaba, hay que hablar de la aranzada y marjal de seco, al menos, en la repoblación de Sevilla. Se otorgan x número de aranzadas o marjales y a continuación se reduce su número, a nuestro entender aleatoriamente y se convierten por tal reducción en unidades de medida “de sano”. No sabemos el criterio que se ha seguido para ello, pero suponemos que serían tierras de mejor calidad. Todo un misterio:
“E avía en ella quatro mill pies de olivar e de figueral, e por medida de tierra trezientas y ochenta y cinco arançadas e fue asmada a çiento r çinquenta arançadas de sano“, [11, año1287].
El verbo asmar significa ‘sopesar’, ‘calcular’, ‘estimar’. Ahora pasamos a mencionar los almarrales o marjales:
“E avía ciento e veinte almarrales de vinnas e fincaron y ochenta almarrales sanos e figueras para mill seras de figos”, [12, año 1287].
Estas dos formas de medir por alfabas y aranzadas y marjales de sano no podían trasladarse a superficies geométricas. Hoy día el IBI no se aplica siempre por metros cuadrados sino por estimaciones de variada consideración como la alfaba…
6. Los instrumentos de medida de la tierra: el estadal como patrón de medida muy generalizado.
Se hace necesario estudiar la palabra estadal como unidad de medida “emparentada” con estado. De raíz latina, estado aparece en un texto escrito en latín ya en el año 966:
“et vendo vobis ista in amplo XIII statuos bene grandiores”, [13, año 966] ; esto es: ” y vendo a vos esta tierra de 14estados de ancho muy grandes”. Mientras que estadal aparece a principios del siglo XIII. Se diría que tanto estado como estadal tenían la misma longitud (1,69 m aproximadamente) o eran la misma medida, pues en los fueros extensos del siglo XIII se emplea uno y otro indistintamente en los mismos contextos. Veamos un ejemplo de los más antiguos de que disponemos en nuestro corpus:
“Toda vinna aya XX estadales en coto […] e si menos y ovier de una quarta de vinna, no aya fuero si no en vago”, [14, año 1208-10]. El siguiente ejemplo se nos da la medida de unestadal de 18 palmos o cuartas:
“Et do vos en término desta torre heredad para seis yugadas de bues a año et vez, por ciento et veinte moravedís alfonsís, contada cada yugada por veinte moravedís de renta cada año; et contado el estadal con que las midieron de diez e ocho palmos”, [15, año 1251].
La yugada es la medida superficial más característica junto con la fanega en la Edad Media. Lo usual de usar los bueyes en la arada creó la locución yugada de bueyes y en cuanto a la expresión “año y vez” nos indica que la superficie se partía en dos “hojas”, una barbechada durante un año con lo que se recuperaba edafológicamente hablando y al siguiente le tocaba ser sembrada, le tocaba su turno o “vez”. El uso del estadal se va afianzando con el paso del tiempo:
“En que ay mill e sesenta e cinco fanegas de tierras e montes e exidos e valles que están en todo el dicho heredamiento por la medida de Sevilla, según dio fe Alonso de la Vega medidor que midió por estadales por el dicho amojonamiento”, [16, año 1494].
Ahora bien, lo que más llama la atención es que al estadal ya en el siglo XIII se le asigne una longitud aproximada de 3,34 m., el doble del estado o braza. ¿A que se debió? Lo ignoramos realmente. Sin embargo, el sistema de crear medidas por el doble o la mitad es una constante en la metrología anterior al SMD, deducido por mera intuición. No tenía sentido si se quería alargar el estadal añadirle, 2/3, 4/5 0 9/8 de estado. También pudo deberse a criterios funcionales pues sucede que el estadal y con él una serie de unidades de medida de diferentes culturas vienen a tener una longitud aproximada y esto no es casual; tiene que tener algún fundamento. Nos referimos a las siguientes unidades de medida longitudinales: decempeda romana [2,90 m), el amañalanou vasco [3,90 m), la canadestra [o destre) de Barcelona (2,82 m), la pértiga navarra (3,53 m), la caña hispano musulmana (3,44), el destre mallorquín (4,12 m). Pensamos que estos instrumentos de medida reunían las siguientes ventajas: 1, la medición con ellos era más rápida; 2, un hombre solo los podría manejar; 3, podían ser aperos o utensilios de la agricultura o ganadería como es el caso de la pértiga y, 4, la fabricación del instrumento-medida estaba al alcance de la mano ya que estos estadales en principio serían varas largas de álamo, sauce, almendro, avellano (es la madera que recomienda el fuero de Navarra para su pértiga) y no es menos cierto que en el C. Ensenada al estadal se le suele llamar, “palo”. Las cañas se utilizaban para medir como se comprueba con lacana en Cataluña y quienes medían con ellas “canadors”, “acanadors” y al hecho de medir, “canar y “acanar”. En el mundo andalusí, los agrimensores musulmanes usaban lagasaba o caña de seis codos reales de 0,5746 m. aproximadamente. Así pues, estas serían las unidades de medida más idóneas y funcionales para medir los campos de pequeñas dimensiones. De no ser así, habrían sido desechadas sin duda. Las unidades de medida de mayor longitud como el estadio, milla, legua tenían otros usos y se las encuadraba dentro de las itinerantes y marinas.
Los patrones de madera o de caña con el tiempo se forjaron en hierro como lo fue el estadal de Toledo de once pies y la vara de Burgos, patrón este que fue denostado por Gabriel de Ciscar quien acababa de llegar de París y allí había analizado los nuevos patrones de medida decimal hechos con una tecnología impensable para España.
En la Edad Media los estadales de Sevilla y Córdoba sirvieron de patrón para muchos repartimientos. Es realmente sorprendente las distintas longitudes que pudo llegar a tener el estadal a lo largo de su dilatada vida y como prueba inequívoca de ello pasamos describir los diferentes estadales que hemos localizado en el C. Ensenada. Hay estadales de 10, 11 y 16 pies; también hemos localizado estadales de 14,5, 15, 16 y 18 cuartas o palmos y con respecto a estadales medidos por varas, podemos aducir estadales de 2 varas y tercia; de 3 varas; de 3 varas y tercia; de 3 varas y media y un dozavo de vara, además de estadales de 3 varas y sexma y 4 varas. En la última regulación de medidas, la pragmática real de 26 enero del año 1801, al estadal se le asigno la longitud de 4 varas por la de Burgos, 3,3436 m.
7. Los instrumentos de medida de la tierra: la cuerda y la soga
La fabricación de cuerdas y sogas con fibras vegetales viene de antiguo, con lo que su aplicación a la medida no se hizo esperar como ocurre con todos los avances de la ciencia apoyada por la tecnología. Por muy poca intuición que se tenga, es fácil suponer que, puesta en el mercado una cuerda o soga, esta se empleara en mediciones de tierras especialmente en aquellas de mucha superficie como la se derivaba de amojonar un termino municipal o medir las grandes extensiones de tierras que dieron origen a los señoríos ya desde el siglo XIII en detrimento de los pequeños campesinos libres y de las tierras de realengo. También el medir una orografía abrupta se facilitaba con el uso de sogas o cuerdas.
Tenemos que convenir, pese a que la información medieval acerca de las cuerdas-sogas en los repartimientos es prácticamente nula, la longitud de las cuerdas-sogas tenía que facilitar las tareas de la medición en un amplio sentido. No nos hemos encontrado un solo texto en el que se aporten detalles de la fibra de esparto empleada. Nada referente al número de los cabos y su grosor. Sin embargo, por los textos sabemos que a la cuerda-soga se le han trasladado todas y cada una de las unidades de medida longitudinales: cuarta o palmo, pie o tercia, codo, vara, braza, estado, exceptuando las más cortas, la pulgada, dedo ylínea. Se esperarían referencias textuales que indicaran si la cuerda o soga llevaba un nudo o una señal muy visible en cada una de las unidades de medida que se sumaban en dicha cuerda con el fin de realizar mejor la medición. Al darse las cosas por sabidas, no sienten la necesidad de describirlas.
Las cuerdas y sogas tradicionalmente se ha medido por brazas como nos lo cuenta Miguel de Cervantes en el célebre pasaje del Quijote, XXII, I, la cueva de Montesinos. Las tierras en Valencia se medían por brazas reales.
Pasemos a hablar de la soga y cuerda como instrumentos de medida desde la Edad Media, advirtiendo que se emplea, en un principio, mucho más la soga que la cuerda. Con el paso del tiempo sucederá lo contrario ya que la cuerda y también cordel desbancarán a soga en las mediciones. A la acción de usar la soga se llamo “soguear” como se comprueba con este texto de 1272:
“Et mandoles que de las dies mill taffullas que don Yuste et Martín Martínes et Johan Gonçales, escriuano, soguearon, aruoladas et por aruolar et pora pan leuar, que den a uos el conceio el quarto de todas estas diez mill taffullas”,
[17, año 1276]. Nos encontramos con textos en los que no se nos indica la longitud de la soga por darse por sabido:
“A que dizen los christianos el Río del Alamo e le dicen los moros Huic Albocun, e que de este lugar desciende a otro mojón que esta a orilla de este río sobredicho en que ay catorze sogas”, [18, año 1395]. Y en el repartimiento de Comares:
“De allí deciende por la dicha canadilla de los azebuches e por el arroyo della fasta lo baxo de los dichos azebuches contia (cuantía)de diez sogas en largo del dicho arroyo sale del dicho arroyo a la mano derecha junto con el qual se fizo otro mojón”, [19, año 1495]. Las dos últimas citas aluden a un amojonamiento y como la medida antaño no se precisaba con rigor, en lo que a tierras se refiere, es habitual “el más o menos” (cinco fanegas más o menos) y por ello no nos extrañe que se empleen unidades de medida muy subjetivas como el célebretiro de ballesta:
“Hasta do se hizo otro mojón en la ladera contía (cuantía) de un tyro de vallesta del susodicho e a vista del”, [20, año 1495].
Las cuerdas-sogas de medir los solares urbanos tenderían a ser más cortas que las del campo. La presente es una soga muy corta ya que mide seis varas, unos cinco metros: “Alonso de Cordova medidor dyo fee que medió los sytios de viñales e percheles para enxugar pescado de la otra parte de guadalmedina hazia las toRes de fonseca entre el camino e la playa de la mar, dexando en cada sytio tres sogas en largo de medida de seys varas de medir cada soga conforme a la copia e Relaçion de los libros de la Reformaçion”, [21, año 1502].
El binomio estadal cuerda-soga aparece asentado ya en el siglo XIII con ocasión de la medida de la tierras en los repartimientos. Observamos que la longitud de dicho estadal varía por lo general de una repoblación a otra. En la primera cita se habla de cuerda; en las tres restantes, de soga.
“Y de este mojón de peña Sucela hasta este mojón de la cabeza más alta pizarrosa hay cincuenta cuerdas y cuatro estadales. /// Y una casa tajada en peñas que dicen los moros Ayu Xobres, en que hay veinte y siete sogas y cuatro estadales. /// Aldea que dicen los moros Eleytina, que fue de medina y finca a Vejer, y está esta sierra facia Medina, en que ay ciento y quarenta y tres sogas. /// Y de este mojón va el valle arriba hasta otro mojón […] en que ay ciento y cincuenta y cuatro sogas y un estadal”, [22, año, 1269]. El manifestar la longitud del estadal empleado en el repartimiento era el primera exigencia metrológica en una medición de carácter público:
“E de este mojón sobredicho hasta este hay sesenta y seys sogas y es la soga de diez estadales y el estadal de catorce palmos”, [ 23, año1269].
Este estadal de catorce palmos era muy corto. En las provincias del antiguo reino de Granada, según el arabista Vallvé, las tierras de secano se medían con el estadal de once pies, mientras que uno más corto, el de once palmos o cuartas se utilizaba para las tierras de regadío. [24, 1974]. A tierras mejores, superficies más pequeñas como ha sucedido con la medida de la tierra por la sembradura en todas las culturas del mundo.
Muchas cuerdas se componen de unidades de medida cuyo número es 20, 30, 40, 50 y 100, esto es, “números redondos” que tienen la ventaja de ser nemotécnicos o ser recordados fácilmente. La tendencia en cada pueblo o zona sería utilizar una sola cuerda-soga y de medida “redonda” que muy bien podía corresponder su longitud a la del lado del cuadrado de la unidad de medida agraria más usual en la localidad. Con tal fin, el soguero no podía desdeñar la longitud de la cuarta, la más pequeña, si el pie, el codo, la vara o el estadal no le facilitaba el redondeo o lo que es lo mismo, le daba decimales. Cuando llega el euro, los comerciantes, ante un producto que tendría que venderse por 1,86 € al cambio, optaron por venderlo a 2 € para ganar más y no operar con decimales. Redondearon el precio. El redondeo en la medida da para una extensa monografía.
Pero no es menor cierto, que si trasladaba una fanega de sembradura a medida geométrica, lo más acertado era redondear la medida del lado del cuadrado para trasladar ese redondeo a la cuerda. El error sería mínimo.
Los romanos trasladaron a pies la superficie de la yugada de sembradura más común, la que ara una pareja de bueyes en una jornada laboral. Analizadas las superficies agrarias romanas, tuvo que producirse un redondeo para que su cuerda midiera 30 pies. Adviértase que la medida por la sembradura es anterior a la superficial, si bien alguien puede pensar que son simultáneas como concepto. La realidad agraria es quizá otra. No podemos pasar por alto lo proporcionadas que resultaron ser las medidas de las superficies agrarias romanas: El clima 30 x 60 pies, la porca, 60 x 60 pies, acto cuadrado 120 x 120 pies,yugada 120 x 240 pies y centuria 1200 x 2400 pies. Las medidas romanas se podían medir todas con la misma cuerda de 30 pies. La longitud de estas superficies tanto en el largo como el ancho son múltiplos de 30. Detrás de la medida, siempre ha habido un matemático y especialmente entre los romanos quienes “redondearon” las medidas superficiales pensando no en la agricultura sino una arquitectura militar para trazar campamentos, nuevas ciudades para los legionarios retirados o nuevas ciudades en las nuevas tierras colonizadas. Los griegos y los romanos pusieron orden en la medida.
Leamos documentos en los que la cuerda-soga se adecúa a lo que llamamos “medida redonda”:
La corda de saquejar en Valencia tenía 20 brazas equivalentes a 45 de sus varas, [25, ¿s. XVI?]. Observamos como en el siglo XVIII se mantiene la tradicional cuerda, pues Bordázar de Artazu, valenciano y estudioso de las matemáticas y editor, nos recomienda en el año 1734 que “La cuerda debe tener 20 brazas de a 9 palmos, que son 15 varas“.
En Desde el siglo XVI, la superficie de las dehesas de la Orden de Alcántara en La Serena (Badajoz) se medían por cuerdas de 40 varas en cuadro. En Zaragoza son 40 codos;“La cuerda que se ha de midir o soguear la guerta de la Ciudad de Çaragoça ha de ser de largo quareinta coudos”, [26, año 1593].
En Mallorca serán 50 codos por la medida de Zaragoza: “La midida de la tierra del Reyno de Mallorca ha de tener la cuerda cinquenta coudos de la midida del coudo de Çaragoça de Aragón”, [27, año 1593]. En los repartimientos de Tenerife encontramos cuerdas de 50 pies.
La cuerda oficial de Granada tenía en 1563 cien tercias o pies : “Se midió la dicha cuerda desparto en presençia del dicho señor Andrés de Hanpuero e de mí el dicho escrivano, e se halló tener la dicha cuerda desparto las dichas çient terçias justas e la dicha terçia questava señalada en la dicha vara de medir con que fue medida la dicha cuerda desparto. Asimismo se midió e se halló ser terçia cabal e justa”, [28,año 1563].
La cuerda y la soga han pasado a convertirse en unidades superficiales con este nombre a finales de la Edad Media. Como quiera que se mide con este instrumento, este ha pasado por metonimia a designar la unidad de superficie. Pasamos a documentar tal circunstancia.
Como decíamos arriba, desde el siglo XVI, la superficie de las dehesas de la Orden de Alcántara en La Serena se medían por “cuerdas de 40 varas en cuadro”. Al ser dehesas, había que calcular cuantas cuerdas necesitaba una oveja para su manutención, partiendo de la base que cada cuerda medía aproximadamente 1119 m2. Si la tierra era muy productiva bastaban 2,5 cuerdas por cada oveja, y a esta unidad de medida se llamó “cabeza decuerda“, [29, año s. XV].
El C. Ensenada nos informa que la cuerda, en Valdepeñas, es la unidad de medida de la tierra:
“Que la medida que comúnmente se usa en esta villa es a cuerdas de tierra de marco mayor que comúnmente llaman y es de 576 estadales”. Estacuerda tenía estas otras denominaciones: cuerda de tierra (Almadén), fanegas de cuerda (Almodóvar, Tomelloso), cuerdao fanegas de medición (Balazote), cuerda de tierra de dehesa (Bagarra), fanega de tierra de cuerda (Trujillanos ). Obsérvese que en ningún caso se nombra la sembradura por ser medidas de tierra o geométricas.
Presentamos finalmente dos textos en los que cuerda y soga son unidades superficiales, pero lo valioso de las citas reside en los conceptos “medir en cuadro” y “en cruz” que no pueden pasar inadvertidos en modo alguno. Se trata de la misma fuente documental que hemos de considerarla quizá como el primer tratado de agrimensura en España:
“La midida de la tierra del Reyno de Mallorca ha de tener la cuerda cinquenta coudos de la midida del coudo de Çaragoça de Aragón. Puesta en cruz es tres varcellas. Cuatro cuerdas es vn cahiz de tierra que es doze varcellas. La varcella es dos quartales; hazen seys almudes; tres almudes hazen la media varcella”, [30, año 1593].
Nos preguntamos si en cruz no será formar un triangulo con la cuerda, pero la cita de abajo nos hace dudar. La siguiente habla de la soga de Lérida:
“La midida de la tierra de la ciudad de Lérida que dizen soga; es la soga de largo treinta y dos alnas, señalada con paños cárdenos y amarillos y bermejos. Esta compartida en diez y seys partes; cada parte se dize aba puesta en cruz. Esta en quadro se dize soga; hazen ocho ochauas; cada ochaua es dos abas que es ochaba. Y es midida de la villa de Monçon y de Valencia y Barcelona”, [31, año 1593].
El alna es medida empleada en Cataluña y Valencia correspondiente a uncodo muy largo (próxima o mayor que la vara castellana) y fue utilizada para medir telas y especialmente las provenientes de los Países Bajos (tapicerías). Dosalnas vienen a corresponder a la longitud de la braza y por eso “está compartida en diez y seis partes”. Cada aba – se corresponde con un cuadrado de dos alnas de lado – es medida superficial de origen árabe localizada solamente en Cataluña. También significó “grano”, [32] y hay que relacionarla con la alfaba murciana, medida harto compleja como ya hemos visto . Poner la soga “en cuadro” es sin ningún género de dudas medirla por el lado al cuadrado y “en cruz” quizá sea marcar las dos diagonales en dicho cuadrado con lo que resultan cuatro triángulos iguales. Se obtienen cuatro superficies llamadas aba equivalentes a dos ochavas cuadradas, ya que la soga tiene una superficie de 8 ochavas. Fuera de estas citas, nunca hemos leído el poner una soga “en cruz”, al tiempo que advertimos que la explicación dada tiene carácter provisional. El dato no puede ser más interesante. Hay que poner de manifiesto que la expresión “en cuadro” la encontramos ya a principios del siglo XVI – véase el CORDE-.
Otro asunto metrológico importante es visualizar cómodamente los instrumentos de medida como los jalones, los estadales de madera y también las cuerdas. Todos estos asuntos están recogidos en los trabajos del agrimensor provenzal Bertrand Boysset. La soga de Lérida está señalada con paños cárdenos y amarillos y bermejos y suponemos que en cada alna iría atado dicho paño de color cárdeno, en la siguiente alna se prendería el amarillo, luego el bermejo, para continuar con el cárdeno, etc.
Por otra parte, el derivado de cuerda, cordel, es medida de vía pecuaria de un ancho de 45 varas. Además es una medida mejicana de superficie y en Canarias (Güimar) encontramos la fanegada de cordel. También existe el genérico cordel de corte de 30 pasos geométricos y un cordel de 8,25 varas.
Ahora bien, la cuerda o la soga no pueden considerarse como instrumentos fiables de medida ya que el calor y la humedad las alargan o encogen. Conscientes de que la cuerda puede dilatarse por factores diversos, se van apuntando soluciones y una de estas se recoge en este texto:“Con cuerda no se puede midir bien, sino que se refiera cada día, por si se encoge o se alarga; y una cuerda en quadro, es mil y seys cientos coudos que son quatro quartales”, [33, año 1593].
Otro remedio era que se torcieran hacia distintos lados la hebras cuando se estaba haciendo la cuerda o soga. Hecha esta, se recomendaba que se la echara en aceite hirviendo y se la encerara después; de esta forma aunque se la metiera un día en agua no encogería.
Los agrimensores del XVIII sustituyen cuerdas y sogas por una cadena metálica que va variando de formato con el fin de eliminar errores. El valenciano Antonio Bordázar de Artazu (1677-1744) nos habla de un nuevo instrumento de medida: “reglas de madera que se pueden desplegar”, que no hemos visto citada en ninguna parte y que nos recuerda a los famosos metros plegables que se han usado a lo largo del siglo XX. Se constata como la medida va dependiendo de los avances de la ciencia que se sustantivan en la tecnología. La cuerda de esparto jalonada en sus unidades con marcas de colores, pudo ser la nueva tecnología del momento. “Nuevas tecnologías” siempre las ha habido en la medida tradicional y estas incentivaron la medida que rechazaba los obsoletos instrumentos de medida a través del refrán: “Eres más falso que una romana de palo decía un refrán español”.
A la hora de acabar de redactar este artículo, nos llega la noticia de que en las Cantigas de Alfonso X el sabio, siglo XIII, se recoge el método de atirantado de cuerdas para la medición de longitudes sobre el terreno. No nos ha sido posible acudir a dicha fuente, que sin duda no deja de ser una valiosa aportación metrológica.
8. Los instrumentos de medida de la tierra: El cartabón
Tan solo contamos con este único texto en toda la Edad Media donde aparece cartabón como instrumento topográfico: “E de allí va el dicho amojamiento hasta llegar al río de Juxcar derechamente sacado con cartabón, y de allí el río abaxo el agua por mojones”, [33, 1487-96].
Este cartabón del siglo XV no nos debe confundir con lo que el diccionario entiende hoy por tal, dado que es una plantilla que reproduce un triángulo escaleno y cuyos ángulos miden 90, 60 y 30 grados y puede llevar en un lado una regla graduada. Se utiliza en dibujo técnico y con la ayuda de una escuadra, sirve para trazar líneas paralelas, perpendiculares…
Pensamos que el cartabón del texto de la repoblación de Comares sería una elemental alidada y, consecuentemente, una regla que lleva perpendicularmente en cada extremo una pínula o un anteojo que sirve para dirigir visuales y poder triangular un terreno irregular con el fin de hallar con más comodidad la superficie. Suele ir apoyado en un bastón o un tablero con una base alta. La alidada se fue perfeccionando con el paso del tiempo al incluir, por ejemplo, una circunferencia con los 360 grados debajo de la regla y llegar a ser una parte del teodolito modernamente.
El geómetra Bertrand Boysset (1355-1416) escribe en provenzal, a finales del siglo XIV, “La siensa de destrar” (“La ciencia de medir con el destre”) y “La siensia d´atermenar” (La ciencia de medir tierras”). Hay ilustraciones en sus manuscritos de lo más diverso y en ellas se ve los instrumentos de medida que usa: la plomada, escuadras de formas y medidas diferentes, estacas, jalones, el compás, reglas de madera de diferentes formas y medidas, una réplica de la cana y del destre de 16 palmos marcados cada uno de ellos por anillos de color blanco y negro, así como cuerdas o sogas gruesas de 10 y 12 destre de longitud. En otras láminas se dibujan campos descompuestos en triángulos y rectángulos. Nos dibuja además, un artefacto con el nombre de “cadrím”, por las cuatro puntas que distribuye ortogonalmente sobre un circulo, y que a su vez, posee unas alidadas que permite dirigir una visual” [34]
Por otra parte, no hay que pasar por alto que cartabón es palabra occitana y derivada, en opiniones contrapuestas, de *escartar ‘dividir por cuatro’, ‘partir en cuartos’. Líneas arriba, en el capítulo anterior, en donde se habla de “en cuadro” y “en cruz” como procedimientos para sacar superficies, planteábamos si el “medir en cruz” no consistiría en parcelar un cuadrado en triángulos. ¿Cabe la posibilidad de relacionar *escartar” con poner o medir “en cruz” con la cuerda? Habrá que seguir investigando.
Desde luego tenemos que suponer que en el siglo XV y en España había experimentados geómetras que sabrían aplicar el cartabón en la medición de tierras. Un siglo después se constata:
“Y para aver de medir práticamente este cortijo, se harán las reglas siguientes, sabiendo usar del instrumento que llaman cartabón. Exemplo. Sea la anchura o latitud d´este cortijo la línea AF y tenga 400 estadales, y cada estadal sea de 4 varas castellanas, y su longitud o largura sea AB que vale 800, y el lado BC sea de 100 estadales. Digo que lo primero que se ha de hazer conforme al arte prática será poner el cartabón y mirar por la mira d´él hazía el punto F, y la mira del cartabón señalará el ángulo recto en el punto E, y sin quitar el cartabón del punto A se medirá con la cuerda de estadales la línea AE, que tiene 400, algo menos por ser más breve, pero supónese assí; y luego se medirá la línea EF que vale veinte, y porque se avrá hecho un triangulo rectángulo fuera de la gran figura, se medirá por sí, tomando la mitad del un lado, como lo dixe hablando del medir triángulos, y en este caso se tomará la mitad de veinte, que son diez, diciendo: diez vezes 400 son 4000 estadales y tantos valdrá el triangulo rectángulo”, (35, año 1598].
En el C. Ensenada, cierto cartabón es usado por los agrimensores oficiales en aquellos casos en los que los vecinos no miden la tierra geométricamente, sino por la sembradura. La medida que obtienen de una fanega de sembradura con dicho cartabón, en la provincia de Toledo, es, en todos los casos, una superficie de 600 estadales justos. Pensamos que era una estratagema de los agrimensores oficiales para tratar de imponer una única superficie y acabar con la medida por la sembradura a puño que no convenía a las arcas de la Real Hacienda.
De la necesidad de usar el cartabón para medir con rigor, son estas palabras del matemático Francisco Verdejo González:
“El buen agrimensor debe tener el mayor cuidado de que se vale para su arte sea exacto… estos instrumentos no son otros que el cartabón o escuadra, la cuerda o cadena y unas agujas de hierro delgadas”,[36, año 1796], Repárese en que hace sinónimos escuadra y cartabón.
La falta de referencias en los textos medievales del cartabón, así como de la regla, escuadra, plomada y estacas para visualizar, puede indicar que las mediciones del terreno no se llevaban a cabo con mucho rigor. Da la impresión que el uso de la soga-cuerda sin ningún otro elemento auxiliar era más que suficiente. La medición de una catedral era asunto muy diferente.
9. Los nombres de los agrimensores en la Edad Media
Quienes llevan a cabo la medición de tierras y el amojonamiento de las mismas aparecen en los documentos bajo los nombres de “partidor-repartidor”, “medidor”, y por el instrumento de medida que utilizan, la soga o cuerda, recibirán el nombre de “soguero”, “sogueador” y quienes trabajan con la caña, “canador” en el este peninsular. Y junto a estos, rara vez “amojonador”·, “apeador”. Puede haber otras denominaciones que no están no recogidas en nuestro corpus. Conviene apuntar que a lo largo de la Edad Media las referencias a los amojonamientos son una constante debido a los repartos de tierras y de revisar, de cuando en cuando, las posesiones de tierras de una mesa catedralicia, etc. Por el C. Ensenada sabemos que en todos los pueblos una vez al año la corporación municipal (o una representación con expertos) recorría el perímetro del término con el fin de comprobar que los mojones estaban todos y servibles. Al acto de recorrer la jurisdicción se le daba mucha importancia e implicaba, por otra parte, el cobro de unas dietas.
La figura del partidor o repartidor puede definirse en algún caso como “medidor de tierras”. La acepción más usual es la persona que por encargo real ayuda, colabora, marca directrices a la hora de adjudicar las tierras y puede revisar también las anteriores operaciones catastrales. Suelen ser estos partidores gentes de la nobleza quienes se encargan de buscar medidores más o menos autorizados. Esta es la primera autoridad de que disponemos de partidor con tal nombre:
“Lunes trese días de setienbre, era de mil e tresientos e tresientos e veinte e seys annos, començó Ruy Dias don Sebastián e Miguel Gil, partidores, a partir el termino de Bejer, segun la carta del rey manda”, [37, año 1288].Ponemos la fecha de 1288, pues los autores del trabajo escriben a continuación de la cita: “Así se inicia el texto del repartimiento de Vejer de la Frontera. En efecto, el 13 de septiembre de 1288 Ruy Díaz, alcalde de Jerez de la Frontera, junto con los partidores nombrados para ello por carta del rey, cuyo texto no se ha conservado. […] En las operaciones de medición y reparto de las tierras fueron ayudados por “sogueros”, cuyos nombres aparecen registrados en el libro del repartimiento: Ruy Martínez, […] y los que el texto llama los “sogueros viejos”. Nada podemos añadir a estas palabras. En el repartimiento de Vejer encontramos a un incierto “soguero” ya que no sabemos si se trata de un fabricante de sogas o de medidor con soga. También los medidores recibían además de su salario, tierras como estas dos yugadas:
“Cayó la primer suerte a Miguel Peres de seuilla, soguero, dos yugadas. […] En linde dél a don SEbastián., çibdadano, quatro yugadas. En linde dél a los fijos de domingo Ramos, vna yuguada“,[38, año 1288]. Por el siguiente texto se comprueba la proximidad de los partidores a la persona del Rey:
“A uos, García Martínez, dean de Cartagena, mío clérigo, et a uos Orrigo Porcel, et a uos Domingo Peréz, repostero mayor de la reyna et a uos, Beltrán de Villanueua, mío escribano, mios partidores de Murcia, salud et gracia”,[39, año 1268]. En ocasiones no se alude a la profesión, pero se trata de auténticos medidores que custodian el estadal patrón:
Esto ansí hordenando, nombró e mandó otrosí a Juan de Prada, juntamente con Alfonso de Sualagador, que avía el estadal e era nombrado para siempre para medir las tierras e prados en todas las tierras que atañían so la juresdiçión de la çiudad, que estos dos midiesen e estaladasen las dichas yugadas que atañýan a los dichos nobles que en Avila estavan. E otrosí, que estas yugadas, que por todas eran tresçientas y çinquenta, de las quales fizo bien y merçed a los pobladores de Avila, les fuesen dadas para sí perpetuamente, [40, año 1315]. Pertenece a la denominada “Segunda leyenda de Avila”. Ahora bien, aún cuando la fecha del documento manuscrito se sitúa en el siglo XIV, el asunto al que se refiere hay que llevarlo a tiempos del rey Alfonso VI y por ello nos tenemos que situar a finales del siglo XI o principios del XII. Llama la atención el uso del verbo estaladar que no hemos encontrado en ningún otro texto. Estamos ante las yugadas de heredad de la repoblación que al parecer solo se otorgaban a los nobles y poderosos y, en consecuencia, eran de gran extensión como se informará en el capítulo nº 9. Tan pronto como los municipios disponen de casa consistorial, los patrones de medida se custodian en sus dependencias. Lo que no quita para que también se pusieran a la vista de todos en los edificios más emblemáticos de la ciudad. Remitimos al lector a las páginas 61 a 64 de nuestra publicación, “El libro de los pesos y medidas”.
También son poderosos y nobles los partidores del rey Jaime I. El documento demuestra como los reyes otorgaban tierras sin haberlas aún conquistado obligados por diversas circunstancias como la ayuda militar, el pago de muchas deudas y las usuales recompensas llamadas mercedes:
“Et .IIJ. semanas auant, el rey hordenó et metió partidores qui partiessen las tierras del término de Valencia. Et fazíen yuuada de .VJ. cafiçadas, et fizo passear et mesurar toda la tierra del termino de Valencia, et reconosció las cartas delas donaciones que fechas auie, et trobó que eran más las cartas et las donaciones que fechas auíe, que non bastauan los términos nin las tierras, et tales hi auie que demandauan poca cosa, et trobosse después que auíen preso et teníen dos tanto o tres tanto que non demandauan; et porque las tierras no pudíen bastar alas donaciones qui eran fechas, el rey ne fizo tirar adaquellos qui tenien más que non deuíen, et tornaron las cosas a mesura, assí que todos huuieron razonablement lur part. Et auie hordenado el rey por partidores don Assallit de Gudar et don Ximen Perez de Taraçona, qui era la ora mayordomo del rey en Aragón”, [41, año 1396]. Repárese en que en Valencia las yugadas se componen de 6 caficadas. Los Reyes Católicos utilizan el nombre de partidor-repartidor en sus reales cédulas:
“Bachiller Juan Alonso Serrano nuestro repartidor de la çibdad d`antequera, nos bos mandamos que dedes e repartedes en el termino de la dicha çibdad a don Alonso Hernández de Cordova cuya es la casa d´Aguilar, doçientas y çinquenta fanegas de tierras de que nos le hazemos merçed”, [42, año 1410-1510]. Pero también partidor es sinónimo de medidor:
“Yo Alfonso de Córdova, fiel e partidor público […] que fui a Barranco Hondo […] a medir e sennalar e amoxonar tres yubadas de tierras calmas para pan llebar” [43, año 1493]. Los medidores de tierras en nuestro corpus no aparecen hasta el siglo XV:
“Otrosí, vos mandamos que fagades traer medidores que midan, e señalen las tierras en esta manera por caballerías, cada caballería a veinte fanegas de sembradura, en las viñas por aranzadas, por la vía, e orden, e al respecto que se miden en el Andalucía”, [ 44, año 1480].
“Tiene Alonso López, medidor, que dio a Alí Çafar, alguazil, vn pedaço de tierras con vnas higueras, en que cabrán çinco almudes de senbradura e con algunos árboles, e que ogaño se le dio”. [45, año 1496] . Pese a ser medidor, sus tierras no las mide geométricamente, pues advierte que cabrán cincoalmudes de siembra. Hay que afirmar con rotundidad que en los repartimiento la medición tuvo mucho que desear, pues contrasentidos como este se pueden adjuntar muchos.
El siguiente pasaje pone de manifiesto la falta de control en la asignación de tierras ya que son los dueños quienes tienen que notificar al repartidor las lindes de los terrenos :
“Estos an de repartir entre ellos estas veinte i çinco fanegadas e an de venir diçiendo cada uno con quien alinda”, [46, año, 1486]. El oficio de medidor acabará por convertirse en cargo público y a lo que parece muy bien remunerado pues se le exige plena dedicación:
“Acordaron los dichos señores que no enbargante que tienen por medidor a Juan de Murçia, vezino desta Villa, que agora le toman por talmedidor de la Villa e mandan que use del ofiçio e no otro alguno e juro en forma etc.”, [47, año 1473-1497] .
La siguiente autoridad, ya del XVI, es de gran valor socio-cultural y jurídico puesto que una real cédula fechada en 1563 prohíbe a los “gazis granadinos” residir a menos de 12 leguas de la costa y por todo ello deben cambiar de residencia en el plazo de 50 días. Los gazis manifiestan que la distancia desde Granada a la costa más próxima (Salobreña) es mayor de 12 leguas. Con todo tipo de protocolos empieza la medición desde la puerta de Bibataubín granadina hacia el mar a través de los caminos usuales para dicho itinerario. Quienes llevan a cabo la medición son los medidores de confianza de la ciudad de Granada. Se está ante un texto antológico en cuanto a la definición de las medidas longitudinales por su equivalencia y todas ellas concatenadas desde la mayor, la legua, a la menor, el grano. Del extenso documento extremos lo siguiente:
“Se midió la dicha cuerda desparto en presençia del dicho señor Andrés de Hanpuero e de mí el dicho escrivano, e se halló tener la dicha cuerda desparto las dichas çient terçias justas e la dicha terçia questava señalada en la dicha vara de medir con que fue medida la dicha cuerda desparto. Asimismo se midió e se halló ser terçia cabal e justa. […] ““Y los dichos Bartolomé del Campo e Luis Vellido, medidores, dixeron que so cargo del dicho juramento que tienen hecho, la dicha medida del dicho camino está bien hecha e como se a de hazer, porque las leguas se an de medir echando tres millas en cada legua; y cada milla de mill pasos; y cada paso de çinco pies; y cada pie de tres palmos; y cada palmo de quatro dedos; y cada dedo de dos granos de çevada; y cada pie destos se a de medir con terçia de vara, porque tres palmos de a quatro dedos cada uno, […], es una terçia de vara”, [48, año 1563].
En la documentación puede encontrarse lo que ganan al día los medidores por su trabajo y las tierras que se les otorgan que no son grandes superficies. Sin embargo los repartidores nombrados por los reyes reciben muchísimas tierras como los escribanos, alcaldes de las poblaciones, etc. El extender las escrituras de propiedad de la tierra es otra fuente de ingresos. Pero nada se dice en estos siglos medievales de la formación profesional de los medidores y sogueros. No hemos encontrado ningún dato al respecto. Hay que esperar al siglo XVII para saber que un medidor antes de llevar a cabo la medición de un termino municipal podía ser examinado por un tribunal al efecto.
10. Las superficies agrarias especificas de la repoblación: la yugada de heredad, la caballería y la peonía.
Como punto de partida apuntamos que caballería y peonía tienen, en principio, el significado de “botín legalizado” ya que aparece regulado con todo tipo de detalles en los primitivos fueros extensos del siglo XIII y recogido luego en las Siete Partidas, II, XXVI, XXVIII. En las incursiones o cabalgadas de los cristianos en territorio musulmán el botín se reparte entre los participantes. Por tratarse de hechos de guerra, el nombre elegido para dicho botín fue, consecuentemente, caballería y peonía, cómoda división de gentes que participan en la cabalgada. La mayor o menor cuantía obtenida por estas caballerías y peonías está en relación con los pertrechos que cada individuo aportaba a la contienda: lanza, espada, loriga de almófar, brafoneras, ballestas, dardos, porras, etc. a lo que se añade la participación del caballo, mula, asno con sus parapetos. Al caballo y bestia acemilar (mula) le corresponde media caballería y a la bestia asnal media peonía. El caballero siempre obtiene caballerías y quien combate a pie peonías. Puede decirse que la caballería y la peonía son menciones honoríficas que se sustantivan, en los primeros tiempos, en valores en especie: las llamadas “raciones” (¿vituallas, dieta alimenticia, objetos y enseres del enemigo?) y en ocasiones también “talegas”, metonimia por el lugar en que se transportan.
Pero cuando las cabalgadas pasan a ser guerras en toda regla y auspiciadas por el rey de turno, contando, claro está, con una ayuda externa, cada participante adquiere igualmente por su intervención un derecho o carta o merced, que se puede “mercadear”, y su nombre sigue siendo caballerías y peonías, pero su botín será ahora las tierras tomadas a los musulmanes que se han de repartir buenamente.
Como quiera que caballería y peonía son medidas inventadas y adolecen de historia métrica, la superficie que se le otorga a la caballería será la de la yugada de heredad y a la peonía la mitad. No nos ha de extrañar que caballería y yugada de heredad se empleen indistintamente o sean palabras sinónimas a la postre. La yugada tenía un amplio recorrido, dado su origen romano. Nació a partir de un criterio laboral o funcional (la tierra que ara en un día una pareja de bueyes), con lo que arrojaba una superficie muy pequeña. Tendremos que admitir que esta era la llamadayugada tradicional, nombrada a veces como yugada de año y vez y también yugada de bueyes y de reducida extensión como la fanega,obrada,aranzada, siempre variables superficies en el tiempo y lugar. Las circunstancias de la reconquista obligaron a aumentar considerablemente su extensión y pasó a llamarse yugada de heredad . La superficie (bien en un solo lote de tierra o en varios) de esta “nueva yugada” era suficiente para retener a toda una familia ya que había tierra para el cereal, para la pradera, para la viña, frutales, etc. y además para el solar e instalaciones agropecuarias. Tan extensa yugada añadía la motivación fiscal por la que la dichas tierras pasaban de padres a hijos: “heredad”. Así las cosas, se fijó su extensión en torno a 60 aranzadas o fanegas u obradas y paralelamente se adjudicaron a la caballería y la mitad a la peonía. Pero, como veremos, las cantidades variaban. Alguien puede considerar la influencia del sistema sexagesimal en esa cantidad, 60. Otros, los arabistas, sostienen que esta yugada tan grande es el traslado de la medida musulmana zawy de 24 marjales superficiales. Véase el cap. 34 de “El libro de los pesos y medidas”.
En la repoblación murciana se comprueba como caballería era un título o documento de concesión de tierras:
“De las cauallerias de Berenguer de Monçada, xxviii taffullas, que son iii alffabas et iiii ochauas et media“, [49, año 1271] Lascaballerías que se habían otorgado a Berenguer Moncada, en Murcia, se transforman en tahúllas y estas en alfabas. Pero en la siguiente cita, la caballería tiene una superficie de 40 fanegas:
“Diez cavallerías de tierras de sequero e regadío alderredor de la torre de Guetor, que son quatroçientas fanegas”,[50, año 1486]. En Antequera, cada caballería tendrá 45 fanegas; veamos:
“Yo bos mando que dedes a Gonçalo Rodríguez de Araujo, contino de nuestras guardas vezino de la çibdad de Málaga, çinco cavalllerías de tierras de labor […] raçonadas cada cavallería a quarenta y çinco hanegas de tierras”,[51, año 1491]. La casuística no se termina con estas equivalencias. La superficie de la caballería y yugadade heredad son muy variables, como todas las medidas agrarias.
Y andando el tiempo, caballería y yugada de heredad pasaron a significar, en el siglo XV, una gran superficie distribuida en lotes de tierra que atendían a distintas producciones: cereal, viña, frutales de todo tipo, huerta, y plantaciones de olivos, almendros , higueral, moreras. No quiere decirse que antes no llegaran a tener esta acepción, sino que ahora se manifiesta de forma palmaria. Y es por eso por lo que también la peoníapasó a tener esta consideración en Vélez Málaga ya que se la otorgaban trece lotes de tierras para casa, viña, una suerte mayor, una suerte segunda, otra suerte real, una suerte de riego, almendral, huerta, alcacer, higueral, olivar, huerta, alcacer y x pie de olivos. Y como de costumbre, no se dan detalles de estos asuntos con lo que nunca sabremos definir las cuatro clases de suertes. Pese a todo, y ante estas bondadosas donaciones, era muy frecuente, en Andalucía, que las gentes abandonaran las tierras.
No se puede pasar por alto, ya que está escrito en los fueros extensos del siglo XIII la cuantía de tierra destinada al “yuguero”. Esta superficie solía ser la que daba cabida a uno o dos cahíces de grano en sembradura, además de una aranzada de tierra para la viña y solar para casa y establos. Poca tierra para estos pobres campesinos que tenían que estar asentados unos años para que las tierras pasaran a su propiedad. En estos casos suele ser un Señor quien emite una “carta-puebla” en la que fija los derechos y deberes de los repobladores.
Como cosa curiosa apuntamos que la cantidad de tierra, de propiedad real o concejil quizá, que se le otorgaba al repoblador, podía venir determinado por la fuerza o destreza de su brazo. Así en el Fuero de Venialbo, año 1156, cada repoblador tiene derecho a la extensión de tierra que se delimita tras haber lanzado la aguijada a los cuatro puntos cardinales. Adquirir la tierra de esta forma se recoge también en el Fuero Nuevo de Navarra.
A modo de resumen, se podría decir que las unidades de medida agrarias canónicas de la repoblación-repartimientos serían la caballería y la peoníamedidas por estadales. Pero quizá se empleó más la yugada de heredad como medida grande y mucho menor la aranzada como ocurrió en la repoblación de Vejer a finales del siglo XIII. Así pues, se podría establecer cierto paralelismo: caballería-peonía unidades de medida nuevas y de repoblación; yugada de heredad-aranzada unidades de medida viejas o tradicionales ya que son anteriores a al reparto de tierras en la llamada reconquista. Aranzada es, en origen, lo que se compra con un arienzo (moneda de plata un tanto misteriosa).
Al final es el poder quien controla los pesos y las medidas. Como interesaba que la unidad de medida de la tierra fuera igual para toda España, se fijó por ley en 1801 que su superficie fuera de 576 estadales de 4 varas y su nombre fue el de la medida más generalizada, la fanega. Tal número de estadales cuadrados satisfacía las exigencias de los matemáticos-agrimensores ya que losestadales de la fanega se transformaban en 144 para el almud,en 48 para el celemín y en 12 para el cuartillo, números enteros que evitaban los engorrosos decimales. También podía haber sido una fanega menor, como la de 400 estadales, como se hacía en los repartimientos según interesaba.
De forma análoga, Felipe II, impuso una legua de mayor longitud, la de 4 millas (frente a la legal de 3) con 1000 pasos o 5000 pies medidos por la varadeBurgos. Las jurisdicciones municipales aumentaron su extensión y ello motivo muchas quejas que llegaron al Rey.
Nos podemos preguntar a quienes iban destinadas unas superficies tan grandes como la caballería y la yugadade heredad, las mayores de la llamada “reconquista”. ¿A la nobleza, a gente próxima al rey, a la Iglesia, a las Ordenes Militares? Sin duda alguna. La “deuda del estado o pública” no se saldó con la entrega masiva de tierras y tampoco sirvió para sanear la fiscalidad, sino que la agravó.
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[10] TORRES FONTES, J., Documentos de Alfonso X el Sabio. Colección de documentos para la historia de Murcia, I, Murcia, 1963, LVIII, pág. 83.
[11] GONZALEZ , J. , Repartimiento de Sevilla, M. 1951, pág. 23.
[12] Idem, pág. 15.
[13] SERRANO, L. Fuentes para la historia de Castilla, becerro gótico de Cardeña, III, 1910, pág. 54.
[14] MALDONADO Y FERNANDEZ DEL TORO, J., El fuero de Coria. Transcripción y fijación del texto por E. SAEZ, 1949, parágrafo. 106.
[15] VILLAR GARCIA, l. m., Documentación medieval de la catedral de Segovia [1135-1300), Salamanca 1990, 149, pág. 248.
[16] Ver nº 2, pág.44.
[17] TORRES FONTES, J. , Colección de documentos para la historia del reino de Murcia, II; Documentos del siglo XIII , Murcia 1969, LXV, pág. 62.
[18] LAREDO QUESADA, M. A. y GONZALEZ JIMENEZ, M. “La población en la frontera de Gibraltar y el repartimiento de Vejer (siglos XIII-XIV)” en Historia, Instituciones. Documentos, nº 4, 1997, pp. 199-316; 27, pág. 253.
[19] Ver nº 2, pág. 65.
[20] Ver nº 2, pág. 66.
[21] Cuaderno en donde se recoge el reparto de solares de la ciudad de Málaga. Documentos históricos de Málaga, Morales García-Goyena, Tipografía de López Guevara (Granada), 1906 – 1907; (CORDE, 9-10-2017) .
[22] Ver nº 18, pp. 226. 227, 228.
[23] Ver nº, 3, pág. 226.
[24] Ver nº 2, XIX.
[25] ALCINA, C., FELIU, G., MARQUET, LL. , Diccionari de mesures calalanes, Barcelona 1996, pág. 144.
[26] Estatutos y ordinaciones acerca de las lites y diferencia que se pueden[…] montes y huertas de la ciudad de Zaragoza, Zaragoza, 1593; CCVI, pág. 92.
[27] Ver nº 26, cáp. CCV,pág. 91.
[28] JIMENEZ ESTRELLA, A. y MAROTO MARTOS, J., “Estado, distancia y control social: reflexiones en torno a una medición de caminos en la Granada de mediados del siglo XVI”; en Revista electrónica de geografía y ciencias sociales”, vol. VII, nº 166, junio de 2004.
[29] CLEMENTE QUIJADA, L. V., “Las dehesas maestrales de la Serena (siglos XV-XVI: cartografía de un paisaje”, en Estudios geográficos, Vol. LXXX,227, pp.495-529, 2014., p. 505).
[30] Ver nº 26, CCVI, pág. 92.
[31] Ver nº 16, pág. 91.
[32] Ver nº 8.
[33] Ver nº 2, pág. 92.
[34] ESTEVE SECALL, C. E. La representación geométrica de la agrimensura en los Tratados medievales: Los manuscritos de Bertand Boysset. Univerdidad de Granada. Expresión gráfica arquitectónica. vecal@hotmail.com
[35] ROJAS, C. Teoría y práctica de fortificación,,,,; edic. B. BORREGUERO, B. Salamanca 2000, (apud Corde 12 de abril 2017).
[36] VERDEJO GONZALEZ; F: Arte de medir tierras y aforar líquidos y sólidos, 1796, pág. 131.
[37] Ver nº 18, pág. 199, 316; 67, pág. 265.
[38] Idem, 93, pág. 291.
[39] Ver nº 10, XXXVII, 53.
[40] BARRIOS GARCIA, A. , Segunda leyenda de la muy noble, leal, y antigua ciudad de Avila, 2005, pág. 82.
[41] WW Gestas del rey don Jayme de Aragón, – R. Foulché-Delbosc, Bibliófilos Madrileños (Madrid), 1909. (CORDE, 3 de marzo de 2017).
[42] ALIJO HIDALGO, F., Antequera y su tierra, 1410-1510, Libro de repartimientos, 1984, p. 188.
[43] Ver nº 42, pág. 195.
[44] LOPERRAEZ CORVALAN, J. ; Colección diplomática citada en la descripción histórica del obispado de Osma, tomo III, M. 1788, pág. 320.
[45] MARTIN PALMA, M. T. y ARROYAL ESPIGARES, P. J., Los Repartimientos de Vélez Málaga. La Reformación,Granada 2009, pág. 93.
[46] BARRIOS AGUILERA, M. , Libro de los repartimientos de Loja, I, edición y estudio preliminar, Granada, 1988, pág. 127.
[47] Libro de los acuerdos del concejo Madrileño; edic Carmen Rubio Pardo y VVAA. M. 1979. (CORDE, 2 de mayo de 2017).
[48] Véase nº 28.
[49] JUAN TORRES FONTES, Repartimiento de Murcia, CSIC-Academia Alfonso X Madrid), 1960 (CORDE, 10-X-2013)].
[50] Véase nº 46, pág. 218.
[51] ALIJO HIDALGO, F., Antequera y su tierra, 1410-1510, Libro de repartimientos, 1984, p. 202,
[52] Vér nº45, pág. 10.
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