Constituye para mí una gran satisfacción aprovechar la oportunidad que me brinda la revista emedida para presentar un esbozo de la figura y el trabajo llevado a cabo en favor de la metrología nacional por un gran amigo y compañero como fue Manuel Cadarso Montalvo.
Considero que es una decisión acertada dar a conocer a las nuevas generaciones que vayan a desarrollar su actividad profesional en el campo de la metrología los orígenes de las instituciones y las personas que, como en este caso, y nunca mejor dicho, dejaron su propia vida para hacer realidad una ilusión que en aquellos momentos y circunstancias parecía una aventura de lunáticos.
Para facilitar al lector la comprensión de estas líneas, me ha parecido oportuno presentar, en primer lugar, una breve semblanza biográfica del personaje y, posteriormente, describir las actuaciones llevadas a cabo para conseguir lo que en la actualidad es el Centro Español de Metrología.
Va a resultar muy difícil ser totalmente objetivo cuando se trata de escribir sobre una persona con la que he compartido, de forma directa alegrías, disgustos e incomprensiones en los diez años que duró la pelea administrativa, económica y personal que tuvo que librar para sacar adelante el proyecto. En especial, durante el periodo 1984-1989 en el que ante los éxitos que se iban consiguiendo arreciaban las críticas e incluso las calumnias de algunas personas e instituciones que veían como peligraba su privilegiada y a veces injustificada posición en el campo de la metrología merced a las generosas subvenciones que recibían del entonces Ministerio de Industria y Energía.
Manuel Cadarso Montalvo
nació en Málaga, el día 5 de octubre de 1935, en el seno de una familia de gran tradición militar en la Marina. Un antecesor suyo, Luis Cadarso Rey fue almirante de la Armada y uno de los héroes de Cavite (Filipinas) en cuya batalla falleció en acto de combate. Posteriormente, dos buques de la Armada española fueron bautizados con su nombre. Su propio padre, Luis Cadarso González, fue vicealmirante de la Armada, aunque gran parte de su actividad profesional la dedicó a la Geodesia, al ingresar en el Instituto Geográfico y Catastral, donde llegó a ser Jefe del Servicio Nacional de Geodesia, dejando escritas muchas publicaciones sobre esta materia. Otros familiares suyos también alcanzaron puestos relevantes en la Armada.
Después de estudiar en los maristas de Madrid, en el año 1954 ingresó en la Escuela Naval Militar de Marín, donde coincidió con Juan Carlos de Borbón y Borbón que fue compañero suyo de promoción. Terminados los estudios con la graduación de teniente de navío y realizadas las prácticas navales en el buque escuela Juan Sebastián Elcano, regresó a Madrid para, siguiendo los pasos de su padre, preparar las oposiciones de ingreso en el Cuerpo Nacional de Ingenieros Geógrafos del Instituto Geográfico y Catastral, que aprobó el día 4 de diciembre de 1962, incorporándose al servicio activo como ingeniero jefe de brigada en el Servicio de Geodesia, donde realizó diversos trabajos geodésicos. Allí fue cuando nos conocimos y se inició una buena amistad que duró hasta su fallecimiento. En el año 1969, se incorporó, voluntariamente, a la Comisión Nacional de Metrología y Metrotecnia (CNMM) como ingeniero verificador. Dada su juventud y jovialidad era conocido cariñosamente entre los compañeros como “el niño Manuel”.
En el año 1977 leyó su tesis doctoral titulada “Un análisis de la evolución de la metrología en España”. Su preparación le proporcionó una amplia visión de la situación metrológica en España y en el extranjero, así como de los errores cometidos y oportunidades perdidas en nuestro país para haber tenido un instituto nacional de metrología análogo al de países como Alemania, Francia, Reino Unido o USA.
En el año 1978 fue designado Vocal-Secretario de la mencionada Comisión.
El 17 de julio de 1980 fue nombrado Subdirector General de Geodesia y Geofísica, viéndose obligado, temporalmente, a abandonar su actividad metrológica. El Real Decreto 2902/1980, de 22 de diciembre, subsanó esta situación al establecer que el Subdirector General de Geodesia y Geofísica pasaba a ser Vicepresidente de la CNMM.
En 1983 fue designado como representante de España en el Comité Internacional de Metrología Legal (CIML) de la Organización Internacional de Metrología Legal (OIML).
Finalmente, el 24 de abril de 1985, fue nombrado Subdirector General del recién creado Centro Español de Metrología, puesto en el que permaneció hasta el final de su vida.
A pesar de haber padecido dos infartos de miocardio y una operación de corazón para reemplazarle dos arterias coronarias, siguió fumando y con su frenética actividad metrológica. José Luis Flores Calderón, Mª Ángeles Vallejo y el autor de estas líneas fuimos, por nuestra proximidad, testigos directos de los sufrimientos físicos que tuvo que soportar los últimos años de su vida, a los que se unían los daños morales, motivados por las descalificaciones y calumnias que recibía de algunos de sus compañeros y de “eminentes” metrólogos nacionales.
En mi opinión, él era plenamente consciente de su precario estado de salud y quería, por todos los medios, dejar terminado el proyecto que había iniciado con tanta ilusión diez años atrás. En un viaje que hicimos a Alemania dos meses antes de su fallecimiento y ante mi insistencia por su salud, me confesó su cansancio pero también me dijo que no podía dejar el proyecto en esos momentos tan decisivos.
Encontrándose de vacaciones en Tortosa sufrió otra crisis cardiaca de la que no se recuperó, falleciendo el día 12 de agosto de 1989, a la edad de 53 años.
Hasta aquí una breve semblanza de la persona que, repito, centró gran parte de su vida en diseñar y poner en marcha la estructura legal, técnica y administrativa de lo que sería la metrología en España en los años posteriores.
Presentado el personaje, vamos ahora a describir la actividad que desarrolló en el campo de la metrología en la que, como veremos al margen de su plena dedicación, se dieron una serie de “circunstancias” favorables que hicieron posible el “milagro”, pues de otra forma no pueden calificarse los hechos acontecidos en los diez años que transcurren desde 1978 a 1989.
Introducción
España, que siempre había estado en primera línea en los grandes eventos que llevaron al progreso de la metrología y de la ciencia en el siglo XIX, como fueron la adopción del Sistema Métrico Decimal (Ley de 19 de julio de 1849) y la firma del Tratado de la Convención del Metro (2 de mayo de 1875) donde el general Ibáñez de Ibero jugó un papel decisivo y fue el primer presidente del Comité Internacional de Pesas y Medidas, no fue capaz en las primeras siete décadas del siglo XX de dar un impulso significativo a la metrología, ni conseguir la creación de un instituto nacional que liderara su desarrollo. Existieron varios intentos que, por motivos económicos, políticos, competenciales y quizás de índole personal de alguno de los científicos de la época, frustraron su progreso.
Mientras la metrología conocía más allá de nuestras fronteras un desarrollo sin precedentes, iniciado antes de la Segunda Guerra Mundial e incrementado en las décadas posteriores debido al desarrollo científico, tecnológico e industrial acontecido hasta nuestros días, la metrología nacional estaba desarbolada y como ahora veremos en un entorno de envidias y disputas entre las personas que se movían en este campo.
Así, a comienzos de la década de los años setenta, la situación de la metrología en España era penosa, resultado de un proceso lento, pero continuado, de abandono y desidia por parte de los que, teóricamente, tenían que haber impulsado y respaldado esta actividad en nuestro país.
De la CNMM al CEM
En el año 1975 existían, en nuestro país, dos foros en los que se trataban temas metrológicos.
Por un lado, estaba la CNMM, que era el órgano de la Administración General del Estado responsable de la metrología en España, que tenía asignadas todas las competencias tanto legislativas como ejecutivas, por la Ley 88/1967, de 8 de noviembre, de pesas y medidas. Estaba adscrita al Instituto Geográfico y Catastral y ello suponía un obstáculo casi insalvable para su evolución y desarrollo, ya que sus actividades eran consideradas marginales dentro de una institución centrada en la Geodesia, la Geofísica, el Catastro y la Cartografía. La propia composición de la CNMM era otro grave problema, pues estaba formada por un representante de cada departamento ministerial, cuyos conocimientos científicos o jurídicos podrían ser sólidos, pero no así los metrológicos, en ocasiones insuficientes, y que no mostraban especial interés en adquirirlos ya que no formaban parte de su dedicación habitual. Además, la promulgación del Real Decreto de 9 de junio de 1924, por el que se reorganizaba el ministerio de Trabajo, Comercio e Industria atribuyó a la Jefatura Superior de Industria, los servicios de … “Comprobación y vigilancia de pesas y medidas, que pasarían a depender de este Departamento, con el personal afecto a los mismos, salvo en lo referente a metrología de precisión, inspección técnica y patrones internacionales que continuarán dependiendo del Instituto Geográfico”. Esta posible dualidad competencial dio lugar, dentro de la propia CNNM, a un cierto enfrentamiento con el representante del Ministerio de Industria.
Los medios disponibles de la CNMM eran:
- 8 personas en plantilla, de las cuales solamente 3 eran técnicos.
- 5 despachos decimonónicos en la sede del Instituto Geográfico y Catastral.
- 1 mesa de ensayos de contadores y unos modestos equipos auxiliares.
Su actividad se reducía a realizar las aprobaciones de modelo en un promedio de 5-7 instrumentos de medida al año y a una reunión mensual del Pleno para ratificar estas aprobaciones. Predominaban los aspectos administrativos sobre los técnicos en el desenvolvimiento de la acción metrológica en cualquiera de sus niveles y además era patente la escasez de medios para efectuar los ensayos necesarios con los que proponer la aprobación de modelos y realizar trabajos de alta precisión.
Por otro lado, estaba el Comité de Metrología de la Asociación Española de Control de la Calidad (AECC) que, desde un principio, fue un foro abierto para reunir a los laboratorios metrológicos privados y oficiales, centrando su actividad principalmente en la metrología industrial, muy incipiente en aquella época.
Estos laboratorios, algunos de ellos con representación en la CNMM, daban trazabilidad a la industria y a los centros de investigación, recibiendo a cambio generosas subvenciones del Ministerio de Industria y Energía, teniendo una posición aparentemente de privilegio en la metrología nacional. Se reunían periódicamente para discutir temas técnicos pero sus decisiones no tenían efectos legales. Además, existieron conversaciones de la AECC con el Ministerio de Industria y Energía en las que esta Asociación mostró su disposición a colaborar para hacer homologaciones y autodefinir los patrones primarios y secundarios, si fuese necesario.
Como es fácil deducir, tanto algunos miembros de la AECC como de la CNMM, eran totalmente reacios a la creación de una infraestructura metrológica nacional con un Instituto de Metrología a la cabeza que concentrase todas las competencias y responsabilidades, tanto científicas como legales y de representación nacional ante los organismos internacionales. Las razones de su actitud eran, entre otras, que sus departamentos perdían poder de decisión en materia metrológica e incluso algunas de sus normativas podían quedar fuera de legalidad viéndose obligados a derogarlas. También los grandes laboratorios nacionales compartían esta postura porque peligraban las subvenciones públicas, como así sucedió, y perdían su privilegiada e injustificada posición de máximas autoridades en la materia en la que se comportaban como auténticos “gurús”.
Para complicar aun más si cabe el entorno, en el año 1982 la Dirección General de Innovación Industrial y Tecnología del Ministerio de Industria planteó la necesidad de poner al servicio de la Industria un Sistema de Calibración Industrial (SCI) en cumplimiento de lo dispuesto en el R.D. 2584/1981, de 18 de septiembre. Para ello se iniciaron los contactos con los grandes laboratorios nacionales existentes y con la CNMM para obtener su aprobación (¿cesión de patrones nacionales y responsabilidades?). La Comisión fue rotunda en rechazar este proyecto con argumentos legales contundentes como que la CNMM era el único marco legal y adecuado para coordinar las actividades de los distintos departamentos ministeriales y organismos paraestatales y autónomos en relación con la metrología (Ley 88/1967, de 8 de noviembre de Pesas y Medidas). Igualmente, el Decreto de 25 de mayo de 1944 por el que se aprobaba el Reglamento de la Comisión determinaba en su artículo primero que la Comisión Permanente de Pesas y Medidas era el Órgano Superior consultivo del Estado en todo lo que se refería a metrología de precisión y a pesas y medidas.
La CNNM además, en coherencia con su trayectoria, no podía apoyar este proyecto, ya que claramente hubiese supuesto su aniquilación y la paralización de su propio proyecto de unificación metrológica en el que ya estaba trabajando desde el año 1978 con la presentación al Gobierno de una propuesta de Ley de Metrología. Tras fracasar en el intento de obtener su apoyo, se alcanzó un acuerdo sobre las magnitudes que cada laboratorio tomaría a su cargo, como laboratorio de referencia, en una reunión celebrada en el Taller de Precisión y Centro Electrotécnico de Artillería.
La Orden de 21 de junio de 1982 (BOE 05/07/82) creaba finalmente el SCI, constituyéndose en el mes de septiembre de ese año el Grupo Asesor de Calibración formado por un máximo de doce personas que velarían por la calidad de los servicios de calibración. El SCI nacía en un ambiente de fragmentación de la metrología y sin un referente nacional que proporcionase trazabilidad a patrones nacionales internacionalmente reconocidos. Como consecuencia del proceso evolutivo en la gestión de la calidad y la creación del CEM, el SCI perdió su razón de ser y terminó formando parte de la estructura de la actual Entidad Nacional de Acreditación (ENAC).
En este ambiente hostil y totalmente opuesto a cualquier iniciativa que pudiera alterar el status existente, es en el que inició su aventura, junto a algunos compañeros de la CNMM, Manuel Cadarso, que estuvo plagada de trampas, zancadillas y demás “delicias” con las que le obsequiaron ciertos “metrólogos” de la época. En algunos momentos se pasó a la calumnia que, como siempre suele suceder en estos comportamientos, siembran la duda en las personas que no pertenecen al mundo de la metrología, causando un daño irreparable al honor de la persona afectada y al desarrollo de la propia metrología. Esta “gracia” tuvo que soportarla Manuel Cadarso, aunque, por suerte, él no fue plenamente consciente de ello, pero después de su muerte, los que seguimos en el CEM conocimos en primera persona parte de las “lindezas” que se habían difundido, ya que el organismo se vio sometido a una exhaustiva auditoría por parte de la Inspección General de Servicios de la Presidencia del Gobierno, ordenada por Ángel Arévalo, Director General del IGN. El resultado de la misma fue totalmente satisfactorio acallando para siempre las falsedades inventadas por los enemigos del proyecto.
Su verdadera labor comenzó en el año 1978 cuando fue nombrado Vocal-Secretario de la CNMM. La primera actuación de Manuel Cadarso fue resucitar un antiguo proyecto para la creación de un Centro Metrológico Nacional redactado en el año 1969 y que estaba durmiendo el sueño de los justos. Hubo necesidad de actualizarlo y completarlo con las correspondientes memorias, técnica y económica, para su presentación ante el Comité de Inversiones Públicas (CIP) que era el organismo, dependiente del Ministerio de Hacienda, encargado de evaluar todos los nuevos proyectos de la Administración que requerirían fondos públicos para su ejecución.
* Primera “circunstancia” favorable. Este Comité estaba presidido por Miguel Ángel Fernández Ordóñez, actual Gobernador del Banco de España y hermano de Francisco, que fue ministro en el gobierno de Adolfo Suárez, con el que la familia Cadarso mantenía una buena amistad. El proyecto no fue rechazado abiertamente, como era lo habitual, sino que hubo necesidad de readaptarlo a las exigencias del Comité, pero entró en esa vía de negociación que era un síntoma muy positivo.
Paralelamente Manuel Cadarso comenzó con la redacción de los primeros borradores de lo que sería la futura Ley de Metrología que también exigiría un largo camino de entrevistas y negociaciones.
* Segunda “circunstancia” favorable. En el año 1980, Julio Morencos Tévar fue nombrado Director General del ya denominado Instituto Geográfico Nacional (IGN) y por tanto, Presidente de la CNMM. Era muy amigo de Manuel Cadarso y se dejó convencer de la bondad y necesidad del proyecto, implicándose en el mismo y prestando todo su apoyo. La primera medida que adoptó fue preparar la nueva sede de la CNMM en el pabellón norte del Instituto Geográfico, previas las necesarias obras de acondicionamiento que finalizaron en el año 1982, iniciándose el traslado a comienzos del año siguiente. Se habilitaron tres plantas para los futuros laboratorios y despachos administrativos que dieron otra imagen a la CNMM y permitieron la ubicación de todos los equipos que empezaban a adquirirse. También apoyó la ampliación del presupuesto para la CNMM, que permitiría la contratación de personal técnico y la adquisición de nuevos equipos para la realización de los ensayos. Estas modificaciones presupuestarias debían ser aprobadas en la Comisión de Obras y Adquisiciones del Instituto Geográfico y puedo afirmar, porque el autor de estas líneas era el Presidente de esa Comisión, que fueron reuniones muy desagradables, en las que se cuestionaba todo y no parecía que fuéramos compañeros del Cuerpo, sino más bien desconocidos y furibundos opositores al proyecto metrológico.
En ese momento empezaron las críticas y las descalificaciones personales a su promotor, desde dentro del propio organismo, que tuvo que soportar un verdadero calvario, si bien gozaba del apoyo de sus amigos. El presupuesto para el año 1982 fue de 115,4 millones de pesetas con los que se pagó la remodelación del pabellón norte del IGN, se adquirieron unos terrenos de 2,5 Ha en el polígono de Tres Cantos y se iniciaron los trámites para la contratación de personal técnico por la vía de contratos laborales de carácter temporal, que comenzaron a incorporarse a la CNMM en el año 1982.
* Tercera “circunstancia” favorable. El 12 de noviembre de 1981, se firmó un acuerdo entre la Dirección General de Innovación Industrial y Tecnología y la CNNM por el que se concedía una subvención de 100 millones de pesetas a la CNMM para la adquisición de equipos y mejora de los laboratorios. Este Acuerdo fue firmado por Juan Luengo Vallejo, Director General de Innovación Industrial y Tecnología del Ministerio de Industria y por Julio Morencos Tévar, Director del IGN y Presidente de la CNMM. Esta importante cantidad de dinero permitió dotar a la Comisión de un equipamiento moderno, aunque modesto, pero adaptado a las tareas que desempeñaba.
* Cuarta “circunstancia” favorable. A finales del año 1982, el partido socialista gana ampliamente las elecciones generales y forma gobierno. Entonces aparece en escena la figura de Mario Rodríguez Aragón. Este periodista era vocal de la CNMM desde 1954, en representación del Ministerio de Información y Turismo. También había desarrollado una intensa actividad política en la etapa de la Transición, pues fue presidente del Partido de los Trabajadores de España que se fusionó con la Organización Revolucionaria de los Trabajadores y pasó a formar parte de la Junta Democrática. Fue detenido y cuando salió en libertad se fue a Francia como experto de la UNESCO que era. Al regreso a España se encontró momentáneamente sin ocupación laboral por lo que se pasaba las mañanas en la CNMM e hicimos una buena amistad. Era una persona de gran formación cultural y de fácil conversación. Al llegar al poder el partido socialista fue nombrado Director de Relaciones Externas de Televisión Española. Como conocía a todos los altos cargos, facilitó extraordinariamente el acceso a los mismos de Manuel Cadarso para explicarles el proyecto metrológico. Lamentablemente falleció a los pocos meses de haberse creado el Centro Español de Metrología. El poder de persuasión de Cadarso era extraordinario, por lo que no fue difícil conseguir el apoyo de los políticos. También Javier Moscoso, ministro de la Presidencia, era del equipo de Francisco Fernández Ordóñez y estaba muy próximo a Manuel Cadarso.
En definitiva, todas las “circunstancias” se presentaban favorables para el éxito del proyecto, que finalmente se aprobó por el Comité de Inversiones Públicas y por tanto se habilitaron, para los años sucesivos, los cuantiosos fondos imprescindibles para su ejecución.
En el año 1984 se iniciaron los trámites administrativos necesarios para la construcción de los nuevos laboratorios en los terrenos que se habían adquirido el año anterior, en el polígono de Tres Cantos perteneciente en aquel entonces al término municipal de Colmenar Viejo. La tramitación del expediente administrativo duró más de un año ya que el importe del contrato superaba los 1 200 millones de pesetas. Hasta el 26 de abril de 1985 no pudo firmarse el contrato con la Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por Auxini, Elecsa y Watt. El plazo de ejecución era de 24 meses y el importe de la adjudicación ascendía a la cantidad de 893 208 674 pesetas debido a la baja del 30% que habían hecho los adjudicatarios. Este hecho, a su vez provocó un conflicto con la Abogacía del Estado al considerarse baja temeraria y no querer adjudicarlo, teniendo que intervenir el propio Javier Moscoso para solucionar el problema.
A partir de ese momento, Manuel Cadarso se convirtió en un supervisor permanente de las obras. No había día que no se desplazara hasta Tres Cantos para revisar con los encargados de obra todas las incidencias de la misma. Como anécdota cabe contar que el arquitecto comentó un día, que en toda su trayectoria profesional no había visto un caso similar y que si llega a saberlo antes, no hubiese aceptado el trabajo.
Por otro lado, se seguía adquiriendo el equipamiento necesario para la realización de los ensayos reglamentarios de metrología legal, para desarrollar la metrología científica y comenzar la participación española en las comparaciones internacionales que permitieran en un futuro la homologación de España en el contexto metrológico europeo. Igualmente y de forma paulatina se incrementaba la plantilla de personal para poder hacer frente a estos retos que se iban a plantear. A finales de este año 1984, la plantilla de la CNMM estaba formada por 34 personas, de las que 21 eran técnicos de laboratorio. Es decir, hubo un incremento del 100 %, hecho insólito en la Administración Pública. También en el capítulo de inversiones el aumento fue del 50 %, al pasar de 100 a 157 millones de pesetas.
De forma simultánea, Manuel Cadarso seguía manteniendo contactos, apoyado por Mario Rodríguez Aragón, con los grupos parlamentarios, para convencerles de la bondad y la necesidad de la ley de metrología.
En esta situación de verdadero colapso de actividades, se llega al año 1985 en el que se producen varios hechos importantes que vienen a culminar, satisfactoriamente, el trabajo realizado en los años anteriores y que son los siguientes:
- De carácter legal
- Aprobación de la Ley 3/1985, de 18 de marzo, de Metrología.
- Aprobación del Real Decreto 415/1985, de 1 de abril, de creación del Centro Español de Metrología (CEM).
- Aprobación del Real Decreto 1615/1985, de 11 de septiembre, por el que se organiza el Consejo Superior de Metrología.
- Aprobación de los Reales Decretos 1616/1985; 1617/1985 y 1618/1985, de 11 de septiembre, por los que se desarrolla la ley de metrología.
- De organización
- Orden de 24 de abril de 1985, por la que se nombra a Manuel Cadarso Montalvo, subdirector general del Centro Español de Metrología.
- Resolución del 3 de julio de 1985, del Ministerio de la Presidencia por la que se aprueba el nuevo catálogo de puestos de trabajo del CEM.
- La CNMM celebra su última reunión plenaria el día 9 de mayo, para certificar su disolución.
- De logística
- Inicio el 9 de abril de 1985 de las obras de los nuevos laboratorios en Tres Cantos.
- Adquisición de nuevos equipos por importe de 135 millones de pesetas.
- Incorporación de personal técnico.
- Actividades técnicas
- Se realizan 120 actuaciones en el campo de la Metrología Legal.
- Por vez primera se hacen 115 calibraciones externas a petición de interesados.
- Catálogo de puestos de trabajo
- 22 Funcionarios (8 vacantes).
- 27 contratados laborales (4 vacantes).
Cuando parecía que la situación podría entrar en una fase de mayor tranquilidad, pues lo fundamental estaba prácticamente conseguido, se produjo, en el año 1986, la integración de España en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), lo que supuso tener que adaptar nuestra legislación a la vigente en esos momentos en la CEE y efectuar la transposición a nuestro Derecho interno de 46 directivas comunitarias.
Simultáneamente se produjo la incorporación del CEM a las instituciones comunitarias para participar en los trabajos de carácter metrológico que se estaban llevando a cabo en el seno de la Comisión Europea. Traducido al lenguaje entendible suponía que, como mínimo, había que desplazarse a Bruselas dos o tres veces al mes.
Si a esto sumamos que el CEM iba adquiriendo un cierto prestigio en nuestro país y por tanto, la demanda de trabajos metrológicos seguía una curva exponencial, puede deducirse que la actividad no cedía, más bien al contrario, el personal cada día estaba más saturado.
Hasta ese momento, las grandes multinacionales habían recurrido a sus propios laboratorios centrales en el extranjero para obtener la trazabilidad de sus patrones, mientras que el resto de los laboratorios nacionales habían tenido que calibrar sus patrones de referencia en laboratorios extranjeros, con el coste que ello suponía para la entidad y en definitiva para España.
Las obras de los nuevos laboratorios finalizaron en el mes de abril de 1987, dentro del plazo previsto, iniciándose seguidamente el traslado a la nueva sede lo que, dado el volumen de equipos existente, supuso un notable esfuerzo por parte de todo el personal del CEM.
Este traslado terminó en el mes de agosto y hubo que realizarlo a marchas forzadas, pues Manuel Cadarso se había comprometido con el resto de los directores de Centros Metrológicos de la Europa Occidental a firmar en Madrid el tratado constitutivo de EUROMET, que era la organización que integraría a los Institutos Nacionales de Metrología de Europa Occidental.
Los actos protocolarios de esta firma se celebraron a finales del mes de septiembre en los salones del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo con la asistencia del Ministro y altas autoridades del Departamento. Dentro del programa de actos se incluyó una visita a la nueva sede del CEM que fue bautizado por los colegas europeos como el “Empty Building” dadas las dimensiones de los edificios y la escasez de equipamiento.
Una vez que Manuel Cadarso había conseguido situar al CEM en el lugar que le correspondía, tanto en el ámbito nacional como en el europeo, quedaba poner “la guinda al pastel” con una inauguración oficial de las nuevas instalaciones digna de la obra realizada y para ello se puso manos a la obra.
* Quinta “circunstancia” favorable. Como ya se ha mencionado anteriormente, Manuel Cadarso era compañero de promoción, en la Escuela Naval Militar, del Rey Juan Carlos, así es que ni corto ni perezoso, pidió audiencia a la Casa Real y se entrevistó con S.M. el Rey, al que debió darle “la paliza metrológica” pues aceptó la invitación y se programó la fecha del 22 de mayo de 1989, que estaba disponible en la agenda real, para celebrar el acto de inauguración.
A partir de ese momento, comenzó otro de los muchos periodos frenéticos con la preparación del evento. Manuel Cadarso se encargó personalmente de la parte protocolaria e invitados y el autor de estas líneas tuvo que bregar con los detalles organizativos.
A título anecdótico, cabe mencionar que una semana antes de la fecha fijada, cuando todo estaba controlado al detalle, se recibió una llamada de la Casa Real en la que se nos decía que S.M. la Reina deseaba estar presente en el evento. Este detalle, aparentemente sin importancia, puso “patas abajo” todo el protocolo.
La primera consecuencia fue la necesidad de “apear” de la mesa presidencial a una de las autoridades. El sacrificado fue el Director de la Organización Internacional de Metrología Legal (OIML), quien a partir de ese momento nos obsequió con su enemistad eterna. Otro detalle curioso fue la búsqueda de un sillón para S.M. la Reina igual al preparado para S.M. el Rey en la mesa presidencial.
La ceremonia se celebró con gran brillantez y sin ningún problema de organización, aunque con muchas anécdotas que considero no son objeto de este artículo.
Tres meses después se producía el fallecimiento de Manuel Cadarso, lo que le privó de disfrutar de los logros conseguidos, pues a partir de entonces, los “enemigos” del CEM “tiraron la toalla” y reconociendo la valía del organismo y del personal técnico que allí trabajaba, decidieron colaborar y terminar con esa campaña de injurias y ataques que habían emprendido años atrás.
Como resumen de todo lo relatado y dado que las cifras son más elocuentes que las palabras, me permito exponer lo que era la CNMM en el año 1978 y en lo que se convirtió bajo la denominación de CEM en el año 1989.
CNMM
PERSONAL: 8 personas
SEDE: 5 despachos en el Instituto Geográfico
EQUIPOS: 1 banco de ensayo de contadores y equipos auxiliares
PRESUPUESTO: Dependiente de la asignación del Instituto Geográfico
ACTIVIDADES: 5-7 aprobaciones anuales de instrumentos de medida
CEM
PERSONAL: 90 personas.
INSTALACIONES: Parcela de 70 000 m2 en Tres Cantos, con una superficie construida de 18 000 m2, de los que 10 600 m2 corresponden a laboratorios, distribuidos en 6 edificios de dos plantas cada uno.
EQUIPAMIENTO: Todo el necesario para la realización de sus competencias y el resto de actividades metrológicas
PRESUPUESTO ANUAL: 1 000 millones de pesetas, en partida presupuestaria propia y consolidada.
ACTIVIDADES: Mantenimiento de patrones nacionales, calibraciones, metrología legal,comparaciones internacionales, etc.
INVERSIÓN REALIZADA: Superior a 2 000 millones de pesetas.
Esta increíble transformación ocurrida en un plazo de diez años fue obra personal de Manuel Cadarso Montalvo que, como suele suceder siempre, durante su vida recibió un sinfín de críticas que en muchos momentos llegaron a la ofensa personal y tuvo que fallecer para que se reconociera el mérito de su trabajo. Había logrado en un corto período de tiempo el sueño que otros científicos no habían conseguido en todo el siglo XX, crear un Centro Nacional de Metrología, unificar la actividad metrológica nacional, y sentar las bases para el futuro desarrollo de la metrología española.
Desearía que este breve artículo, aunque sea tardío, sirviera para dejar constancia de la labor realizada por una persona que, sin esperar nada a cambio, dedicó su existencia a situar a España en el lugar que le correspondía en la metrología europea.
Referencias
– Libros de actas de la Comisión Nacional de Metrología y Metrotecnia
– Memorias de la CNMM
– Un análisis de la evolución de la metrología en España. Manuel Cadarso. Biblioteca del CEM.
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